¡Me encantas!, dijo ella.
Y la galleta estuvo a punto de ablandarse. Pero resistió estoicamente con ojitos tiernos, con esos agujeritos hechos con amor y cariño en una base de sémola de trigo duro de alguna casa no pizzeril.
Las galletas, de todos es conocido, se nutren de leche de ubre ágil o paciente, según la época del año.
¡Me encantas!, eres mordisqueable, volvió a decir ella por enésima vez, dispuesta a hacerle una rinoplastia de un mordisco.
La galleta sintió el miedo profundo que uno siente ante los monstruos peludos.
Pero muy consciente de haber sido creada para fines de se sacrificio, se dejó comer.
Imagen: galletas únicas
Es lo mejor, Xris, en casos así, dejarse comer.Besos
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¡Genial!… as usual*Guardaespaldas de limón
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Sabía perfectamente que resistirse no serviría de nada.
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Vecina¿tienes una taza de harina?
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Así que guardaespaldas de limón a-nónimo ¿eh?, no si se te ven las vergüenzas de la anonimia.;-)
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